martes, 1 de noviembre de 2011

Colonización francesa de América

Samuel Champlain quien inicia la colonización francesa

La colonización francesa de América se inició en el siglo XVI y prosiguió hasta el siglo XVIII. La primera colonia viable de Francia en América fue la colonia - Ciudad de Quebec, fundada porSamuel de Champlain en 1608. Francia construyó su primer imperio colonial en América del Norte, denominado Nueva Francia, el cual se extendía desde el golfo de San Lorenzo hasta las Montañas Rocosas al oeste y hasta el golfo de México por el sur. Los franceses colonizaron igualmente las Antillas: Saint-Domingue, Santa Lucía y la Dominica, así como Guadalupe y Martinica. En América del Sur, los franceses intentaron establecer tres colonias, de las cuales solo una sobrevivió hasta nuestros días: la Guayana Francesa.
Durante este período de colonización, los franceses fundaron varias ciudades, tales como Montreal, Quebec en Canadá; Baton Rouge, Detroit, Mobile, Nueva Orleans y San Luis, en los Estados Unidos; y Puerto Príncipe y Cabo Haitiano en Haití.





América del Norte

Los franceses establecieron, colonias en el Nuevo Mundo durante el siglo XVII, con el objetivo de exportar azúcar y pieles hacia la metrópoli. Los exploradores y colonos de Francia se establecieron en el territorio que hoy ocupa Canadá, el valle del río Misisipi y a lo largo de la costa del Golfo de México, en los actuales estados de Alabama, Misisipi y Luisiana, fundando las ciudades de Quebec,Montreal, Detroit, San Luis, Mobile, Biloxi, Baton Rouge y Nueva Orleans dejando a los estados unidos com bastantes ciudades chiviadas.

Primeros asentamientos

El primer asentamiento francés en esta parte del continente americano recibió el nombre de Fort Caroline, teniendo su origen en 1564. Se trataba de una comunidad de hugonotes. Esta colonia fue destruida al año siguiente por los españoles de la cercana San Agustín de la Florida Los franceses estaban muy interesados en el comercio de pieles, por ello formaron alianzas con tribus nativas, tales como los hurones y los ottawas. Participaron en la guerra con los enemigos tradicionales de estas poblaciones, los iroqueses. Los jesuitas franceses también intentaron cristianizar a muchos grupos indígenas a través del establecimiento de misiones, tales como la de Sainte-Marie entre los hurones.
Los hugonotes franceses establecieron colonias independientes más allá del control del Estado francés: por ejemplo, los refugiados hugonotes fundaron New Paltz, Nueva York en los años de 1660 y parte de una gran migración hugonote los nominalmente Nuevos Países Bajos Holandeses. Estos hugonotes, liderados por Louis Dubois, formaron una primera unidad auto-gobernante llamada la duzine, hicieron tratados con los nativos locales para comprar tierra desde el río Hudson hasta las montañas, y de esta manera prosperaron incluso después de que los ingleses tomaran el control del río Hudson y de Nueva York.
Francia tuvo una vez vastas posesiones en Norteamérica, incluyendo los valles de los ríos Misisipi y San Lorenzo y la región de los Grandes Lagos. Quebec se fundó en 1608 y Montreal en 1642. Las colonias crecieron lentamente, en parte porque a las minorías religiosas no se les permitía establecerse; Nueva Francia era solamente católica.


Colonización del Misisipi

Los primeros intentos por colonizar los territorios aledaños al Misisipi resultaron en fracasos. Habiendo explorado el valle del río hasta su boca, desde Canadá, en 1682, Rene Robert Cavelier, Sieur de La Salle nombró al gran cinturón central del territorio como Louisiane, en honor al rey Luis XIV de Francia. En 1684, había dejado Francia con 4 barcos y 300 colonos para establecer una colonia en la boca del Misisipi. La expedición estaba plagada de piratas, indios hostiles y navegación escasa.
Establecieron la colonia de Fort San Luis, cerca de Victoria, Texas. La colonia duró hasta 1688 cuando indios locales masacraron a los 20 adultos que quedaban y se llevaron cautivos a 5 niños. La colonia de Louisiana fue fundada en 1699 y su capital, Nueva Orleans, en 1718. Francia pronto entró en conflicto con Gran Bretaña, cuyas colonias tenían frontera con las colonias francesas en varios lugares. Esto llevó a las guerras francesas e indias, seguida de la derrota francesa en la Guerra de los Siete Años, el Tratado de París del 10 de febrero de 1763, dividió el territorio francés del continente norteamericano entre los británicos y los españoles. La única excepción fueron las islas de San Pedro y Miquelon, lejos de la costa canadiense, retenidas como un puerto pesquero.


Época Napoleónica

Los franceses fueron capaces de recuperar por poco tiempo algunas de sus antiguas posesiones en Norteamérica en 1800, durante la Era Napoleónica, con el tratado de San Ildefonso. Sin embargo, Francia no tenía la armada para suministrar a sus dominios norteamericanos – el bloqueo del Imperio francés fue una parte clave de la estrategia británica contra Napoleón – y porque Francia no quería que sus posesiones cayeran a manos de los británicos, Napoleón vendió esta Louisiana colonial a los Estados Unidos, una venta referida como la Compra de Luisiana. Este hecho tuvo lugar el 3 de mayo de 1803 y la indemnización fue de 15 millones de dólares, una considerable suma para el joven estado americano. Sin embargo, la tierra era extensa – desde Nueva Orleans hasta Montana – y desde los días coloniales británicos, la Louisiana Francesa había empezado a parecer un constraint en el potencial expansivo más allá de los Apalaches. La compra abrió el camino para 

Centroamérica y el Caribe


Cristóbal Colón descubrió la isla el 5 de diciembre de 1492, en los días finales de su primer viaje a "las indias". Colón y sus compañeros encontraron que la isla estaba habitada por un gran población de amistosos indios taínos (arawacos), quienes le dieron la bienvenida a los exploradores.
Colón estableció un asentamiento improvisado en la costa norte, cerca de la ciudad actual de Cap Haitien, el cual llamó La Navidad (por ser el 25 de diciembre). Usó los restos de la carabela Santa María, que había dado contra un arrecife coralino y zozobrado. La tierra era fértil, pero de mayor importancia para los españoles fue el descubrimiento del oro que podía conseguirse por trueque con los nativos, quienes se adornaban con joyas, o extrayéndolo de los depósitos aluviales de la isla.
Los taínos llamaban a la isla de diversas maneras pero lo más común era Ayti o Haití (tierra montañosa). Aunque inicialmente fueron amigables hacia los españoles, estos nativos respondieron violentamente contra la intolerancia y abusos de los recién llegados. Cuando Colón regresó a La Hispaniola en su segundo viaje en 1493, encontró que la Navidad había sido arrasada y eliminados sus habitantes. Pero no era fácil detener el interés del Viejo Mundo en la expansión y su cruzada de esparcir el Catolicismo; Colón estableció un segundo asentamiento, La Isabela, más hacia el Este.
Luego de varios intentos de establecer colonias en la costa norte de La Hispaniola, finalmente se estableció el primer asentamiento permanente en el Nuevo Mundo: Santo Domingo, establecido en la costa sur. Bajo la soberanía española, toda la isla llevó el nombre de Santo Domingo. Los indicios de la presencia de oro—la sangre vital del naciente sistema mercantilista—y una población de nativos tratables que podían usarse como obreros se combinaron para atraer a muchos españoles durante los primeros años. La mayoría de ellos era simple aventureros que, por lo menos inicialmente, estaban más interesados en adquirir rápidamente riqueza más que en asentarse en la tierra. Desde los inicios, las relaciones con los indios, a quienes maltrataban de manera inmisericorde, se deterioraron. Movidos por las incautaciones de alimentos y otras extorsiones, y los abusos hacia sus mujeres, los indios se rebelaron pero fueron dominados definitivamente en 1495.
Santo Domingo se convirtió en el primer puesto de avanzada del Imperio español. Las expectativas iniciales de reservas de oro abundantes y de fácil acceso demostraron que no tenían fundamento; aun así la isla llegó a ser importante como asiento de la administración colonial, un punto inicial para las conquistas de otras tierras y como laboratorio para el desarrollo de políticas de gobierno de las nuevas posesiones. Fue en Santo Domingo que los españoles introdujeron el sistema de repartimiento por el cual los peninsulares (personas nacidas en España y que residían en el Nuevo Mundo) recibían grandes concesiones de tierra y el derecho a usar los indios residentes en ellas en las labores.
Colón, que gobernó la colonia hasta 1499, intentó poner coto a los abusos más serios a los cuales eran sometidos los indios prohibiendo las expediciones contra ellos y regulando los impuestos informales impuestos por los colonizadores, los cuales, por las limitaciones impuestas por estas formas más suaves de explotación, empezaron a oponerse activamente a Colón. Debido a sus demandas, Colón ideó el sistema de repartimiento de distribución de tierra e indios; bajo este sistema, se otorgaba a perpetuidad, sin ninguna obligación para con las autoridades, un gran porción de terreno junto con los servicios de los indios que vivían allí. El sistema de repartimiento no mejoró la situación de los indios, y la corona española lo cambió instituyendo el sistema de encomienda en 1503.
Colón y su hermano Bartolomé cayeron en desgracia ante la mayoría de los colonos, como resultado de celos y avaricias, y luego también ante la corona debido a su incapacidad de mantener el orden. Ya antes de 1500, los terratenientes demostraron su poder conspirando exitosamente contra Colón. Su sucesor, Francisco de Bobadilla, fue nombrado juez principal y comisionado real por la corona española en 1499. Bobadilla puso en prisión a Colón y lo envió a España, pero pronto la Reina Isabel ordenó su liberación. Bobadilla demostró ser un administrador inepto y en 1503 fue sustituido por el más eficiente Nicolás de Ovando, quien asumió los cargos de gobernador y juez supremo. Ovando estableció las bases para el desarrollo de la isla. Durante su mandato, el sistema de repartimiento fue sustituido por el de encomienda. Debido a sus éxitos en iniciar las reformas deseadas por la corona—entre ellas, el sistema de encomienda Ovando recibió el título de Fundador del Imperio español en las Indias
Bajo el sistema de encomienda, todas las tierras pasaban, en teoría, a ser propiedad de la corona, y así los indios eran considerados como inquilinos en tierras reales. El derecho de la corona a servirse de los inquilinos podía transferirse en fideicomiso a colonos españoles (los encomenderos) por una concesión formal y el pago regular de tributo. Los encomenderos estaban autorizados a ciertos días de trabajo por los indios, convirtiéndose en sus custodios. Así los encomenderos asumían la responsabilidad de cuidar por el bienestar físico de los indios y de instruirlos en el Cristianismo. Una encomienda, teóricamente, no involucraba tenencia de la tierra; en la práctica, sin embargo, la posesión se ganaba por otros medios.
El duro trabajo que se le demandaba a los indios y las privaciones que sufrían demostraron la naturaleza artificial del sistema de encomienda, que efectivamente operaba bajo un sistema de honor debido a la ausencia de esfuerzos por parte de las autoridades españolas. A la población taína de Santo Domingo le fue muy mal bajo el gobierno colonial. El tamaño exacto de la población indígena de la isla en 1492 nunca ha sido determinada, pero observadores de la época dieron estimados que variaban desde varios miles hasta varios millones. El Padre Bartolomé de Las Casas estimaba 3 millones, lo que ciertamente es una exageración. En todo caso, hubo cientos de miles de indígenas en la isla.
Las labores forzadas, abusos, enfermedades contra las cuales los indios no tenían inmunidad, y el crecimiento de la población mestiza contribuyeron, todos a la eliminación del Taíno y de su cultura. Ya para 1548 la población taína se había reducido a aproximadamente 500 personas, y en 1550 solamente 150 indios vivían en la isla. Las consecuencias de ello fueron profundas. La necesidad de nueva fuerza laboral para el cultivo creciente de la caña de azúcar obligó a la importación de esclavos africanos empezando en 1503. Ya para 1520, solamente se usaba la mano de obra de los esclavos africanos

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